Empleo de gases como elemento perturbador
En el contexto de operaciones policiales, varios tipos de gases se utilizan para el control de multitudes, manejo de disturbios o para incapacitar a individuos peligrosos de manera temporal sin causar daños permanentes. Los más comunes son:
Gas lacrimógeno (CS y CN): Estos compuestos químicos causan irritación severa en los ojos, nariz, boca y piel, y pueden provocar lágrimas, tos y dificultad para respirar. Su objetivo es desalentar y dispersar a las multitudes, reduciendo la visibilidad y creando una sensación de ardor que dificulta la coordinación y la resistencia.
Gas pimienta (OC): Este aerosol, derivado de oleorresina de Capsicum, actúa principalmente inflamando las membranas mucosas de los ojos, nariz y garganta, causando lagrimeo, dolor intenso y dificultad para respirar. A menudo se utiliza en situaciones de confrontación cercana para incapacitar a un individuo específico.
Gas mostaza (no común en uso policial): Históricamente utilizado en la guerra, es un agente vesicante que causa severas ampollas en la piel y las membranas mucosas. Su uso está prohibido en contextos no bélicos debido a sus efectos prolongados y dañinos.
Efectos sobre el personal:
El uso de estos gases puede tener diferentes impactos en el personal expuesto, dependiendo de la concentración y duración de la exposición. Los efectos más comunes incluyen:
- Irritación aguda: Los síntomas pueden incluir ardor en los ojos, nariz, boca y piel, dificultades respiratorias, y en casos severos, ceguera temporal y asfixia.
- Impacto psicológico: La exposición puede causar pánico, confusión y miedo, reduciendo la capacidad de respuesta y coordinación del individuo.
- Efectos a largo plazo: En exposiciones prolongadas o repetidas, los efectos pueden incluir problemas respiratorios crónicos, lesiones oculares permanentes y otros problemas de salud.
Medidas de protección:
Para mitigar estos efectos, se recomienda el uso de equipos de protección personal (EPP) adecuados, como máscaras de gas con filtros apropiados, gafas de protección, y ropa que cubra completamente la piel. Además, es crucial el entrenamiento en procedimientos para la descontaminación rápida y efectiva post-exposición.
El empleo de estos agentes requiere un conocimiento profundo de sus efectos y limitaciones, así como un juicio sólido para su aplicación en escenarios que lo justifiquen, siempre alineado con las normativas legales y éticas vigentes.
En el contexto táctico de un asalto, especialmente en operaciones policiales o de fuerzas especiales, los gases se emplean como herramientas para ganar ventaja táctica sin necesidad de recurrir inmediatamente a la fuerza letal. Su uso debe estar guiado por una evaluación meticulosa de la situación, reglas de enfrentamiento claras y un conocimiento profundo de los efectos de los agentes químicos utilizados. Aquí detallo cómo se pueden emplear estratégicamente:
Creación de perímetros de seguridad: Los gases pueden ser utilizados para crear barreras químicas que impidan el movimiento o avance de los sujetos hacia áreas específicas o para dirigirlos hacia zonas donde puedan ser controlados más efectivamente.
Desalojo de espacios confinados: En situaciones donde los sospechosos se atrincheran dentro de edificios o estructuras, el uso de gas lacrimógeno o pimienta puede servir para forzar a los ocupantes a abandonar sus posiciones. Esto se hace lanzando cápsulas de gas a través de ventanas, puertas o incluso mediante sistemas de ventilación.
Reducción de la capacidad de resistencia: Al incapacitar temporalmente a los individuos mediante la irritación severa y desorientación, los gases permiten a las unidades de asalto ingresar y tomar control de la situación con menor riesgo de confrontación violenta. Esto es particularmente útil cuando se enfrentan a sujetos armados o altamente peligrosos.
Distraer y desorientar: El uso de gases puede servir como distracción durante la ejecución de maniobras tácticas más complejas. Por ejemplo, el lanzamiento de gas puede ser sincronizado con movimientos de flanqueo o entrada por múltiples puntos, complicando la capacidad de los adversarios para responder efectivamente.
Minimizar daños y lesiones: Al optar por gases en situaciones de alto riesgo, las fuerzas del orden pueden reducir la probabilidad de lesiones graves o fatales tanto para los sospechosos como para los oficiales o terceros inocentes, comparado con el uso de armamento letal.
Consideraciones Operativas:
- Control de dosis y dispersión: Es vital controlar la cantidad de gas utilizado y los métodos de dispersión para minimizar los efectos colaterales sobre civiles y operadores.
- Equipamiento adecuado: Todos los operativos deben estar equipados con máscaras de gas y otros EPP necesarios para protegerse de los efectos de los agentes empleados.
- Entrenamiento y simulacros: Las unidades deben entrenarse regularmente en el uso de gases en contextos tácticos, incluyendo ejercicios en entornos controlados para familiarizarse con los procedimientos de despliegue, manejo de afectados y descontaminación.
- Legislación y ética: Cada operación debe cumplir con las leyes locales e internacionales respecto al uso de la fuerza y agentes químicos, asegurando que todas las acciones son justificadas y proporcionales a la amenaza enfrentada.
El uso de gases en tácticas de asalto requiere una combinación de precisión técnica, disciplina operativa y responsabilidad ética para maximizar la efectividad y minimizar los riesgos para todas las partes involucradas.
En la contención de masas, el uso de gases, como el gas lacrimógeno y el gas pimienta, es una táctica comúnmente empleada por las fuerzas del orden para controlar o dispersar grandes grupos de personas, especialmente en situaciones de disturbios o manifestaciones que puedan escalar hacia la violencia. La implementación de estos agentes químicos se basa en principios de control no letal, buscando una solución temporal que minimice las lesiones tanto en los participantes como en las fuerzas policiales. Aquí se describen las prácticas y consideraciones clave en su uso:
Disuasión y dispersión: Los gases se utilizan para disuadir a las personas de mantener su posición y promover la dispersión de la multitud. Al provocar irritación y malestar, se busca reducir la capacidad de las personas para coordinar o continuar su actividad disruptiva.
Segmentación de la multitud: Una técnica común es la de dividir una gran masa en grupos más pequeños y manejables mediante el uso estratégico de gases. Esto puede facilitar un control más efectivo por parte de las fuerzas del orden y reducir el potencial de confrontaciones masivas.
Establecimiento de barreras químicas: Ocasionalmente, se pueden utilizar gases para crear barreras temporales que impidan el avance de la multitud hacia áreas sensibles o protegidas, como edificios gubernamentales, infraestructuras críticas o zonas residenciales.
Minimización de confrontaciones directas: El uso de gases puede reducir la necesidad de contacto físico directo entre las fuerzas del orden y los manifestantes, disminuyendo así el riesgo de lesiones graves y la escalada de violencia.
Consideraciones operativas y éticas:
- Proporcionalidad: El uso de gases debe ser proporcional al nivel de amenaza o resistencia enfrentada. Utilizarlos en escenarios donde la multitud es pacífica o el nivel de resistencia es bajo podría ser visto como excesivo y provocar críticas públicas o legales.
- Advertencia y comunicación: Es importante que las fuerzas del orden comuniquen claramente sus intenciones antes de desplegar gases, dando a los participantes la oportunidad de dispersarse voluntariamente.
- Entrenamiento adecuado: El personal que despliega gases debe estar adecuadamente entrenado en técnicas de control de masas, uso y manejo seguro de agentes químicos, así como en tácticas de descontaminación y primeros auxilios.
- Protección a vulnerables: Debe haber medidas especiales para proteger a individuos vulnerables, como niños, ancianos y personas con afecciones respiratorias, quienes pueden ser más susceptibles a los efectos severos de los gases.
- Revisión y evaluación: Las operaciones que involucren el uso de gases deben ser cuidadosamente documentadas y revisadas posteriormente para evaluar la efectividad y humanidad de la respuesta, ajustando protocolos según sea necesario.
El uso de gases en contención de masas representa un equilibrio delicado entre mantener el orden y respetar los derechos humanos y civiles de los individuos involucrados. Su aplicación debe ser siempre considerada como una medida de último recurso, después de evaluar todas las otras opciones disponibles para gestionar la situación de manera segura y efectiva.
Los opositores y manifestantes a menudo desarrollan una serie de técnicas y métodos para contrarrestar los efectos de los gases lacrimógenos y otros irritantes químicos utilizados por las fuerzas del orden en situaciones de control de multitudes. Estas técnicas son resultado de experiencias compartidas y adaptaciones a las condiciones del terreno. Aquí se detallan algunas de las estrategias más comunes:
Máscaras antigás y respiradores: El uso de máscaras de gas o respiradores equipados con filtros apropiados es la forma más efectiva de protegerse contra los gases. Estos dispositivos pueden filtrar las partículas y vapores irritantes, permitiendo a los manifestantes continuar con sus actividades con menor riesgo.
Protección ocular: Las gafas de protección ajustadas pueden ayudar a proteger los ojos de la irritación causada por los gases. Las gafas de natación o incluso las gafas de seguridad pueden ser utilizadas como alternativas económicas.
Pañuelos y bandanas empapados en soluciones: Los pañuelos, bandanas o incluso camisetas empapadas en soluciones de agua con bicarbonato de sodio, vinagre, o incluso soluciones antácidas diluidas, se usan para cubrir la nariz y la boca. Estas soluciones pueden ayudar a neutralizar parcialmente los efectos irritantes del gas.
Ubicación y posicionamiento táctico: Mantenerse en áreas elevadas o al viento puede ser una estrategia para evitar acumulaciones densas de gas, que tienden a asentarse en áreas más bajas y estar menos concentradas en áreas ventosas.
Tácticas de dispersión del gas: Algunos manifestantes utilizan ventiladores portátiles, conos de tráfico invertidos o incluso escudos improvisados para disipar o redirigir el gas. También pueden usar agua para rociar el área y reducir la concentración del agente irritante.
Neutralización del gas: En algunos casos, los manifestantes han intentado neutralizar los cartuchos de gas lacrimógeno utilizando métodos creativos como arrojarlos en contenedores sellados con agua y soluciones químicas, aunque esto requiere una acción rápida y precisa para ser efectivo sin aumentar el riesgo.
Capacitación y preparación: Los grupos más organizados pueden ofrecer talleres o distribuir guías sobre cómo protegerse de los efectos de los gases, incluyendo primeros auxilios básicos para tratar la exposición a irritantes químicos.
Primeros auxilios improvisados: El uso de soluciones como Maalox o leche de magnesia diluida en agua para lavar los ojos y la cara también es común. Estos líquidos pueden ayudar a aliviar la irritación y limpiar los agentes químicos de la piel y los ojos más rápidamente.
Estas técnicas reflejan una adaptación continua a las tácticas de control de multitudes y destacan la importancia de la preparación y protección personal en entornos de protesta. Sin embargo, es fundamental señalar que el uso de estos métodos no garantiza protección total contra los efectos de los gases y siempre existe un riesgo inherente de lesiones graves. Las autoridades deben ser conscientes de la potencial escalada en la preparación de los manifestantes y considerar las implicaciones de seguridad y éticas al planificar y ejecutar operaciones de control de multitudes.

Sobre el autor: ” L4ST CONT3ND3R “, es un analista independiente que elabora información obtenida en fuentes abiertas. Evitar personalizar discusiones hará más interesante el debate.
Deja una respuesta